¡El capitalismo agoniza!
¡No basta resistir!
¡El mundo necesita la Revolución!
Primero de Mayo, día de la clase obrera mundial para pasar revista a sus filas, manifestar en las calles el odio irreconciliable contra la burguesía, y repudiar el sistema mundial de la esclavitud asalariada. Día para reafirmar por la vanguardia consciente del proletariado, la declaración del Manifiesto del Partido Comunista desde 1848: Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Las clases dominantes pueden temblar ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar. ¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAÍSES, UNÍOS!
La crisis muestra la descomposición del capitalismo y la necesidad de la Revolución
Hoy,
ese mundo que ganar, sigue esclavizado por el capitalismo,
donde la anarquía en la producción cada vez más social y su
antagonismo con la apropiación cada vez más privada, han desatado
una poderosa crisis económica cuya devastación se extiende por
todos los países, principalmente los imperialistas. Crisis de
superproducción relativa, que muestra la caducidad y avanzado estado
de descomposición del capitalismo, resaltando como nunca antes, la
necesidad del tránsito revolucionario a la nueva sociedad socialista
mundial, basada en la cooperación entre los hombres y no en la
explotación del hombre por el hombre.
También
en Colombia, la crisis afecta los negocios de burgueses,
terratenientes e imperialistas, donde el frenesí acaparador y
centralizador del capital financiero y los grandes grupos
monopolistas, apoyados por el Gobierno y protegidos por las fuerzas
militares del Estado, superexplotan la fuerza de trabajo obrera,
arruinan a los medianos y pequeños productores, despojan y
destierran las comunidades afro-descendientes, indígenas y
campesinas, se apropian, destruyen y agotan los recursos naturales.
Las
leyes y medidas de choque de los imperialistas y sus socios lacayos
en Colombia, son impotentes ante la crisis porque es una ley
económica del capitalismo que no depende de la voluntad de los
hombres. En todos los países los capitalistas y sus gobiernos
pretenden resolver la crisis intensificando la explotación del
trabajo, aumentando los impuestos y disminuyendo el gasto social del
Estado; pero lo único que consiguen es agravar la crisis social
(causa y efecto de la crisis económica), agudizar más las
contradicciones de clase, de las cuales brota la fuerza social para
derrocar al capitalismo.
No
es suficiente la indignación contra la crisis y el capitalismo. No
se pueden acabar las crisis sin acabar con el imperialismo. ¡No
basta resistir! ¡Se necesita la revolución para vencer y sepultar
al imperialismo! La lucha de resistencia es necesaria contra las
consecuencias de la crisis sobre las masas trabajadoras, pero no
resuelve de fondo el problema. Es indispensable derrocar por la
fuerza de las armas el poder político de los capitalistas y el
imperialismo, para que la Dictadura del Proletariado, el nuevo poder
de los obreros y campesinos armados, proceda a expropiar a todos los
explotadores, suprima la propiedad privada de las tierras, fábricas
y demás medios de producción, y barra las causas de las crisis
económicas, del hambre y del desempleo, males inconcebibles en un
mundo, donde la producción social de bienes materiales puede brindar
trabajo y comida de sobra a toda la población de la tierra, a
condición de que sea el proletariado y los campesinos, quienes
gobiernen y administren la sociedad.
La
crisis económica saca a flote la fuerza para resolver el problema:
el proletariado, cuya contradicción con la burguesía, salta a la
vista como contradicción principal en el mundo y decisiva para el
tránsito a la nueva sociedad socialista. No por casualidad los
revisionistas hoy pretenden negar el papel histórico del
proletariado mundial y su existencia como clase social, en el vano
anhelo de descabezar la Revolución Proletaria Mundial. He ahí, cómo
el oportunismo sirve objetivamente a la reacción y al imperialismo.
He ahí cómo la confusión de los marxistas leninistas maoístas, al
desconocer, subestimar o ignorar esa contradicción, conlleva a la
impotencia política de la revolución, incluida la guerra como
continuación de la lucha política por otros medios.
La
crisis económica, al atizar la contradicción mundial entre países
imperialistas y oprimidos, redoblando el yugo del dominio político y
económico semicolonial que sostiene el parasitismo imperialista,
fortalece la causa material de las rebeliones, guerras de resistencia
y guerras populares contra el imperialismo y los regímenes
reaccionarios en los países oprimidos.
La
crisis económica, al exacerbar las contradicciones entre los grandes
grupos monopolistas, y entre los países imperialistas, agiganta su
competencia económica, destroza los velos diplomáticos de su
preparación militar para la guerra mundial en el interés privado de
la burguesía imperialista, ansiosa de quemar medios de producción e
inmolar soldados obreros y campesinos.
Ante
semejante peligro, la orientación política revolucionaria para la
actuación de los comunistas, es apelar a las masas, principalmente a
las del proletariado, construir el Partido en las fábricas, elevar
la conciencia, movilizar, organizar y dirigir sus luchas, para
transformar la crisis social en crisis revolucionaria, impedir la
destrucción de la naturaleza, detener con la revolución el peligro
de guerra mundial, o transformarla en guerra civil revolucionaria, en
guerra popular contra el imperialismo y todos los reaccionarios.
El Gobierno de Santos es democracia para los ricos y dictadura para los pobres
Los
reaccionarios gobernantes hablan de respeto a los “derechos
humanos” y “condena” a los crímenes de las bandas
paramilitares, al tiempo que asesinan dirigentes sindicales,
desplazados y populares; multiplican la desaparición forzada y
masacran a gentes humildes en el campo y las comunas; atiborran
cárceles y comisarías por el “delito” de pensar y protestar;
oprimen sin descanso a mujeres y minorías; cierran revistas,
despiden y asesinan periodistas por decir la verdad; protegen con
“fuero militar” el terror estatal de las fuerzas represivas
dotadas de sofisticadas armas imperialistas, venenosas, eléctricas y
ultrasónicas, destinadas a la represión del movimiento de masas,
oficializando la brutalidad policial para reprimir violentamente toda
protesta social. Con palabras de libertad y democracia, con abrazos
de paz, el Gobierno de Santos ha intensificado la explotación y la
opresión del pueblo colombiano.
La
“Prosperidad para todos” significa proteger los intereses de los
explotadores; auxilios y subsidios para los capitalistas y las
grandes empresas imperialistas; sueldos y pensiones millonarias para
los parásitos politiqueros y los altos funcionarios del Estado;
rebaja de salarios y más impuestos para los pobres; exenciones y
rebajas para los ricos. La “Vivienda gratis” es pura demagogia de
campaña electoral. La “Reforma a la salud” es un embeleco
distractor para que los capitalistas sigan amasando capital en el
gran negocio de la privatización de la salud. La “Ley de Víctimas
y Restitución de Tierras” es un pulso con el poder de la mafia
uribista sobre la tierra, no para devolverla a los campesinos
despojados y desplazados quienes siguen siendo burlados, amenazados y
asesinados por las bandas paramilitares, sino para entregarla
completamente a la “inversión” y la “agricultura empresarial”
de la burguesía, los terratenientes y los imperialistas, esto es, al
dominio del capitalismo en el campo, en la agricultura y la
ganadería, en las petroleras y la minería.
La
bulla del Gobierno con la “defensa del sindicalismo” ha sido
propaganda falsa pagada, para encubrir el desconocimiento de los
sindicatos y sus peticiones, ocultar el régimen carcelario en las
fábricas, disimular la “tercerización” bajo nuevas formas de
“cooperativas de trabajo asociado”, disfrazar la persecución
sindical y la destrucción de los nuevos sindicatos mediante
despidos, amenazas, asesinatos y desaparición de sindicalistas. Y
todo, con el apoyo y complacencia de las camarillas dirigentes de las
centrales sindicales, cuyo destemplado discurso sobre un “paro
nacional”, ya no puede ocultar su compromiso con el Estado
reaccionario, con el Gobierno de Santos y con los explotadores
capitalistas. Los obreros deben saber que para los capitalistas y sus
representantes políticos, la fuerza de trabajo de los proletarios,
sólo les interesa en calidad de mercancía especial que al
explotarla incrementa el capital; más allá de eso, todos sus
discursos son simples prédicas hipócritas para hermosear el gran
negocio de la explotación asalariada.
La
clase obrera necesita Reestructurar su Movimiento Sindical para que
en vez de interceder por los capitalistas, defienda con la lucha los
intereses de los obreros; para que en vez de hacerle propaganda a un
“capitalismo más humano”, sirva y se comprometa con la lucha
revolucionaria del movimiento obrero para exterminar el régimen de
la esclavitud asalariada. La verdadera política de Reestructuración
del Movimiento Sindical, se abre paso en la práctica y desde la base
obrera. La lucha por la independencia de clase, los métodos
revolucionarios de dirección y de trabajo, el aprecio por la
educación, movilización y poder decisorio de las bases, vienen
ganando simpatía y apoyo entre los obreros, incluidos los llamados
“temporales”, entre los obreros más superexplotados, quienes por
su cuenta y con algunas ideas de conciencia de clase, se han atrevido
a tomar en sus propias manos los destinos del movimiento sindical y
de su lucha.
La
“paz” del Gobierno de Santos en contubernio con las guerrillas,
es un engaño para el pueblo, pues no va más allá de un acuerdo
económico y político entre sus enemigos sobre la forma de apoyar el
desarrollo del capitalismo en el campo, que ni siquiera pone fin a la
guerra por la renta extraordinaria de la tierra en el negocio de la
coca, la palma africana, la minería, el petróleo, y mucho menos,
resuelve el problema de la explotación asalariada y la dictadura de
los capitalistas, los grandes y verdaderos problemas del pueblo
colombiano, cuya solución no tiene más camino que la guerra
revolucionaria de las masas contra sus opresores y explotadores.
Contrario a la “unidad nacional”, bajo el Gobierno de Santos se
han agravado las contradicciones interburguesas, las contradicciones
entre los enemigos del pueblo, que los dividen y debilitan, en favor
de las luchas del proletariado y del pueblo en general.
¡Ni el Estado, ni los politiqueros! ¡Sólo el pueblo salva al pueblo!
La
confluencia en el tiempo de la poderosa huelga política cafetera, la
huelga de los transportadores, el paro cívico en Arauca, las huelgas
obreras en El Cerrejón y la Universidad Nacional, las persistentes
asonadas y otras muchas, pequeñas y dispersas luchas, muestran en la
práctica que el pueblo colombiano rechaza el camino politiquero para
resolver sus problemas, y ha ganado confianza en las vías de hecho,
por las cuales ya obtiene victorias. Las diversas formas de la lucha
directa de las masas se entrecruzan, tienden a juntarse y reforzarse,
pero todavía de manera espontánea, urgiendo la acción de los
comunistas y revolucionarios, para elevar la conciencia de las masas
sobre la necesidad de unir en una sola lucha, una sola plataforma y
una sola organización, sus diversas huelgas políticas y económicas,
manifestaciones y protestas, bloqueos y asonadas, hacia la
generalización de una gran Huelga Política de Masas. Y lo más
importante, elevar la consciencia sobre la necesidad de la
revolución, pues no basta conquistar las reivindicaciones de la
Plataforma táctica inmediata; esa es apenas un respiro, una escuela,
una forma de acumulación y organización de fuerzas, para avanzar a
la lucha definitiva que suprima de raíz los males y sufrimientos del
pueblo colombiano, cuya causa está hoy en las relaciones de
producción capitalistas, basadas en la propiedad privada sobre los
medios de producción y la explotación asalariada.
Por
otra parte, en medio de la gran disgregación y desprestigio del
oportunismo, dividido y fraccionado en el Polo, desde el reformismo
liberal llega en auxilio del Gobierno y su acuerdo de paz con las
guerrillas, el partido popular Marcha Patriótica cabalgando en las
capas pobres de la población sobre todo del campo y las zonas de
guerra, hablando de movilización y lucha masas, pero no en la
dirección que lleva la lucha de clases hacia la Huelga Política de
Masas, sino en contravía, hacia el camino electorero, por donde muy
probablemente terminarán engatusando a sus seguidores con el apoyo a
la reelección de Santos contra la mafia uribista, ocultando que
ambos, Santos y Uribe, son jefes políticos de los explotadores y
sanguinarios verdugos de los trabajadores. Es obligación de los
revolucionarios y comunistas, trabajar por acercar a las bases
campesinas engañadas y decepcionadas por las guerrillas, llevándoles
las ideas del proletariado revolucionario, el programa socialista, la
estrategia y la táctica revolucionarias, en la perspectiva de
reorganizar el movimiento campesino, que en alianza con los obreros,
será la fuerza principal de la insurrección, de la Revolución
Socialista y del nuevo Estado de Dictadura del Proletariado.
Finalmente,
la tarea central de los comunistas se concreta hoy en avanzar en la
preparación del Congreso de un verdadero Partido del Proletariado,
lo cual exige afianzar la vinculación a las masas y a la clase
obrera, extender y profundizar la influencia organizada en las clases
revolucionarias, consolidar la victoria del Programa Socialista y la
Táctica revolucionaria, fortalecer la prensa comunista como andamio
de la construcción de ese Partido y herramienta principal de todo el
trabajo político, consolidar y extender la organización de los
comunistas, luchar por la unidad de los marxistas leninistas maoístas
tanto del país, como en el Movimiento Comunista Internacional,
unidad que implica la derrota ideológica y política del nuevo
revisionismo que hoy levanta banderas antirevisionistas para combatir
y falsear el Marxismo Leninismo Maoísmo.
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